El pasado 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, un grupo de 12 personas tuvimos el honor de consagrarnos a la Virgen María en la Parroquia de Nuestra Señora de Rosario según la fórmula compuesta por San Maximiliano María Kolbe, pasando así a integrar el movimiento Milicia de la Inmaculada fundado en el año 1917 por el padre Kolbe.
Durante las semanas previas de preparación, guiados magistralmente por Fray Jesús Mari Jiménez y Cristina Monsalve, fuimos adquiriendo aprendizajes importantes para nuestra vida de fe, entre los cuales me gustaría resaltar los siguientes:
La relevancia del papel de María en la cristiandad: A menudo abordamos la lectura de los evangelios sin reparar en la importancia de María, puesto que ciertamente el número de sus menciones resulta claramente escaso en comparación a las apariciones de los primeros discípulos o del propio Jesús. Esto podría llevarnos al error de pensar que su presencia en nuestra historia de salvación no es relevante, pero si en lugar de atender a la cantidad de sus intervenciones, analizamos la importancia de estas, las conclusiones pasarán a ser muy diferentes.
Como prueba, los evangelios nos muestran la presencia reveladora de María en la vida de Jesús desde el principio de su existencia, preservada del pecado original y elegida por Dios como madre del Salvador para la humanidad.,Ddurante su vida pública, no negándole el deseo de obrar el milagro en las bodas de Caná pese no haber llegado su hora, y al final de su existencia terrena cuando, a través del discípulo Juan, la recibimos como madre de toda la Iglesia con las palabras pronunciadas por Jesús en la cruz: “hijo ahí tienes a tu madre, madre ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 25-16).
Conocimiento más profundo de la espiritualidad franciscana y Kolbiana: Descubriendo a San Maximiliano, con su habitual lenguaje directo, tan propio de alguien que vivió la II Guerra Mundial (el propio término de “milicia de la Inmaculada” lo confirma), e incidiendo en valores como la humildad, obediencia, entrega, y amor, básicos en nuestra misión como milites, nos acercamos a María como hijos suyos necesitados de Ella.
También me gustaría destacar la relevancia del término “voluntad”, entendido como un “dejarse hacer” por María y expresada en esa especie de fórmula matemática ideada por Kolbe compuesta por Voluntad de Dios (en mayúscula) sumada a nuestra voluntad (en minúscula) resultando en la santidad a la que debemos aspirar y que el mismo Kolbe consiguió. Así como la importancia del rezo del Santo Rosario a diario, lo que en palabras del santo supone la vía de acceso más rápida para obtener sus gracias que tanto desea concedernos si las pedimos, y que aparecen representadas por rayos de luz emanados de sus manos en la imagen de la Virgen Milagrosa, cuya medalla portamos como nuevos mílites.
La importancia de vivir la fe en comunidad. Compartiendo experiencias de personas procedentes de diversos países de origen, con rangos de edades y circunstancias personales diferentes, apreciamos aún si cabe con mayor claridad cómo María, sin distinciones ni impedimentos de ningún tipo, es capaz de tocar los corazones a todo aquel que esté dispuesto a acoger su amor maternal.
Si bien ya echamos de menos las reuniones de los sábados y el ambiente de acogida y fraternidad que se respiraba, ahora toca ponerse manos a la obra, enviados al mundo como nuevos mílites testigos del amor de María y siguiendo el ejemplo de San Maximiliano, trabajando por la misión de conseguir un mundo más fraterno y justo.
David Saiz Osorio
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